Dice el dicho popular “no por mucho madrugar se amanece más temprano”. Tenemos en Uruguay muchos otros dichos populares que atentan contra nuestro futuro. Que acá todo llega más tarde, que somos un paisito, que el año empieza cuando llega el último ciclista… son algunas ideas muy arraigadas en nuestra cultura, que aunque a muchos puedan resultarles simpáticas, en realidad muestran una triste realidad que nos perjudica como sociedad.

Contamos con ejemplos de iniciativas y de emprendedores que son ejemplo de nuestra capacidad y potencial y que por suerte contradicen esos dichos populares.

La puntualidad como rasgo cultural se le atribuye generalmente a los ingleses y cuando lo vemos en los demás nos resulta algo destacable. El anticiparnos, estar preparados para lo que viene, el prevenir, el “no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy”, son también cualidades positivas.

Por el contrario, la pereza, la resignación, la dejadez o directamente la mediocridad, todos sabemos que son malas consejeras y no generan nada bueno. 

No es habitual encontrar referencias similares a lo que sucede en Uruguay respecto a los horarios de trabajo en otros países culturalmente similares o cercanos al nuestro. La mayoría de las oficinas públicas y privadas funcionan de 9 a 18 con una hora de descanso en el medio y difícilmente trabajen los sábados. La mayoría de los comercios abren al público entre las 9 y las 10 de la mañana y cierran en el entorno de las 18 hs. Los bancos atienden al público de 13 a 17 hs. 

En un país en donde su principal ciudad se recorre de un extremo al centro en poco más de media hora, parecería no ser un problema los tiempos de traslado, sin embargo en Uruguay la jornada empieza tarde. 

Recientemente Marcos Galperín, el fundador y CEO de Mercado Libre, la empresa más valiosa del continente, contó en un evento de Endeavor, que sus mejores ideas y soluciones a problemas se le ocurren a eso de las 5 de la mañana cuando está a punto de despertarse, tanto que duerme con una libretita en su mesa de luz para anotar esas ideas.

Cuando un país “amanece más temprano”, y empieza sus actividades a las 6 o las 7 de la mañana y no a las 9 o a las 10, nos gana. Perdemos un tiempo valiosísimo, cuando el cuerpo y la mente de las personas están más lúcidos, recién descansados. Si bien puede haber bioritmos diferentes y algunas personas dicen rendir más en la noche, el cuerpo humano está preparado para estar alineado con la naturaleza, con la luz y con el sol como fuente de energía. 

Horarios de oficinas públicas y privadas, horarios en la educación, eficiencia en el transporte y el funcionamiento de la ciudad, disponibilidad rápida de servicios, y cada vez más poder resolver desde un celular todo lo que no requiere presencialidad, son algunas de las cuestiones a revisar y a asumir como desafíos colectivos para ser más productivos y así, vivir mejor.

Una sociedad más productiva, que aprovecha al máximo la capacidad de su gente, será una sociedad mejor. Cuando escucho cuentos de personas en plena edad productiva que sin ninguna vergüenza, por el contrario, casi alardeando poder hacerlo, dicen que se levantaron a las 11 o a las 12 del mediodía en un día de semana, me resulta muy preocupante. Más aún cuando muchas veces coincide ese tipo de relato con la victimización o la queja recurrente sobre la realidad personal o del país.

Amanecer más temprano y rendir al máximo, para poder vivir mejor y disfrutar más, todos, es un desafío enorme que tenemos como sociedad. Por eso yo prefiero el dicho de “La noche se hizo para dormir” o el de “Al que madruga Dios lo ayuda”. Por lo pronto a mi, después de las 21 hs., no me busquen salvo que sea urgente, porque me estaré preparando para dar lo mejor también mañana.

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